Introducción
Las emociones son parte inseparable del ser humano como especie, un elemento que ha permitido conectar a los individuos con sus semejantes a través de las épocas. Es por tanto algo que está integrado en nuestro ADN y permite al ser humano no solo identificar estados anímicos de las personas, sino que además está relacionado directamente con nuestra forma de pensar y percibir.
Te estarás preguntando qué tiene todo esto que ver con la prevención de riesgos, y es que, en ocasiones, las relaciones entre distintos factores no resultan tan evidentes. Pues bien, te lo explicamos.
La Inteligencia emocional
¿Has oído hablar alguna vez de la inteligencia emocional? Seguramente sí, y lo más probable es que si alguien te pidiese definirla, respondieras explicando algo como:
“La capacidad de las personas de identificar correctamente los estados anímicos propios y ajenos y ser capaz de controlarlos para que no empeoren”. O, en otras palabras: “El uso inteligente de las emociones en nuestro beneficio”.
Pero es más que eso. La inteligencia emocional interviene directamente en procesos que pueden afectar a cómo nos desenvolvemos en el mundo, cómo atajamos ciertas situaciones o cómo tomamos decisiones respecto a qué hacer o qué no hacer. Es decir, cómo afecta a nuestro juicio.
Y esto afecta bastante a la labor preventiva.
La toma de decisiones sensatas es un factor clave para la prevención de riesgos y puede propiciar la aparición de accidentes. Así mismo, la gestión de las emociones de una manera correcta supone una menor aparición de factores de riesgo psicosociales, los cuales influyen en la aparición de patologías psicosociales. El estrés, aburrimiento, apatía, cansancio, pueden influir en la capacidad del individuo de reaccionar ante amenazas de forma adecuada y por tanto supone una mayor probabilidad de tener accidentes.
La cultura preventiva y su relación con la inteligencia emocional
El concepto de la cultura preventiva es un factor importante en la actualidad, sobre todo al considerar el panorama empresarial. La cultura preventiva supone la integración de la actividad preventiva a todos los niveles de la empresa, siendo una rueda que, una vez coge inercia, puede mantenerse en movimiento por sí sola. Supone la integración de un estilo de trabajo seguro, concienciando y dotando de herramientas a todos los miembros de la empresa para generar un ambiente de trabajo que haga énfasis en la prevención de riesgos.
La cultura preventiva está fuertemente influenciada por cómo se transmite y se integra la información necesaria para llevarla a cabo y la predisposición de las personas involucradas.
La inteligencia emocional, por tanto, permite que la toma de decisiones que den lugar a una cultura preventiva sea la adecuada. Y que, a la hora de tomar decisiones, especialmente en situaciones de riesgo, la persona esté no solo preparada para actuar de forma segura, sino que también esté condicionada para que tal reacción sea la respuesta natural.
Por tanto, la potenciación de la inteligencia emocional supone una situación de ganancia mutua tanto para la empresa como para el individuo que la esgrime, lo que permite generar un ambiente seguro tanto para el propio individuo como para sus compañeros.
Y, a fin de cuentas, ¿no es la cultura preventiva la sublimación de todas las buenas prácticas y toma de decisiones posibles que favorezcan la seguridad y salud en un centro de trabajo?
La inteligencia emocional como recursos y cómo gestionarlaELIGENCIA EMOCIONAL COMO RECURSO Y CÓMO GESTIONARLA
La inteligencia emocional es un concepto al que comenzamos a estar acostumbrados, normalmente relacionándolo con la salud mental y el bienestar. Si hablamos de inteligencia emocional podemos hablar de la capacidad para afrontar situaciones de estrés, entre otras cosas. Si bien esto es aplicable a los riesgos psicosociales, no es el único motivo por el cual se relaciona directamente con la prevención de riesgos.
Si hacemos hincapié en el trabajador, la cultura preventiva deriva a su vez de un aprendizaje y la aplicación sensata de los conocimientos que se han desarrollado. La inteligencia emocional influye en la toma de decisiones sensatas, lo cual influye en la capacidad del individuo para mantenerse a salvo.
Si bien la inteligencia emocional enfocada al mundo laboral es un recurso que se desarrolla a lo largo de toda una vida de trabajo y aprendizaje, ¿cómo podemos potenciar su aparición? La respuesta puede parecer evidente, pero muchas veces se obvia: dar ejemplo.
Un individuo con altas capacidades en inteligencia emocional aprende a gestionar las emociones negativas en situaciones estresantes, lo que disminuye el impacto a nivel psicosocial sobre el mismo y en consecuencia le permite mantener la eficacia de las acciones que pretenda llevar a cabo para subsanar estas situaciones de riesgo.
Estas situaciones son abundantes en el panorama actual, donde los cambios de ruta de la empresa son habituales dada la competitividad del mercado. Por tanto, es importante que se establezca no sólo una ética empresarial que proteja a sus empleados al considerar los efectos que tiene sobre ellos esos cambios de dirección (lo cual favorecería la implicación del trabajador de ser responsable en su puesto para con la empresa), sino también dotar a través de programas de enseñanza cómo afrontar estos cambios, mejorar las estrategias de identificación y actuación frente a los factores psicosociales que influyen en la toma de decisiones sensatas y mejorar la comunicación entre las diferentes partes implicadas.
Los puntos fuertes de la promoción de la inteligencia emocional
Los efectos se hacen patentes a corto, medio y largo plazo en todos los aspectos de la empresa:
Efectos a nivel micro (para los trabajadores): Menor incertidumbre, potenciación de la toma de decisiones, mejora en la confrontación de situaciones complejas/ estresantes, mayor eficacia y fortalecimiento del nivel de autonomía.
Efectos a nivel macro (la empresa como colectivo): Capacidad de respuesta mayor frente a los cambios rápidos del mercado, mejor clima laboral, más aceptación hacia los cambios en la empresa y una mayor implicación en el desarrollo de la misma (Búsqueda de formas para mejorar la organización y el funcionamiento de forma proactiva por parte del personal).
Beneficios para la empresa: Fidelización del personal, disminución del absentismo, mejoras en la autonomía, así como mejoras en la capacidad de liderazgo. La puesta en marcha de un plan de intervención supone una mejora a corto, medio y largo plazo, engrasando los mecanismos que permiten que todos los recursos funcionen a pleno rendimiento.
Finalmente, la promoción de la inteligencia emocional marca la diferencia, mejorando la percepción de la empresa como avatar de la innovación dentro del panorama empresarial, convirtiéndose de hecho en otra inversión de futuro para la misma.
¿Y tú? ¿Conoces la influencia de la inteligencia emocional dentro de tu empresa? ¿La promocionas de alguna manera? ¡Cuéntanos tus impresiones en los comentarios!
¡Por cierto! ¿Quieres saber más sobre la cultura preventiva y cómo mejorarla? te dejamos por aquí un enlace a artículo que puede interesarte: La Cultura Preventiva).
Fuentes y enlaces de interés:
La inteligencia emocional consagrada a la prevención de riesgos laborales
Manual de Inteligencia Emocional aplicada a la Prevención de Riesgos Laborales
Inteligencia emocional: una eficaz herramienta para la prevención de riesgos laborales
INSST – NTP 569: Prevención e inteligencia emocional (I): enseñanza de la prevención y recuerdo
Autora:
Samuel Suárez Nieto. Técnico Intermedio de Prevención de Riesgos Profesionales en Metacontratas.
