El factor humano ha sido y seguirá siendo a lo largo del tiempo determinante para la Prevención de Riesgos Laborales siendo los riesgos psicosociales a día de hoy un elemento en auge en lo que respecta a la dificultad del buen funcionamiento empresarial.
Una forma de prevenir el crecimiento de estos riesgos se basa en estimular el contagio de emociones positivas en el trabajo mediante el fomento de actividades formativas orientadas estas al desarrollo de competencias emocionales, estableciendo el punto de mira en la promoción de la salud emocional tanto de directivos como de la plantilla.
“La competencia emocional es una capacidad adquirida basada en la inteligencia emocional que da lugar a un desempeño laboral sobresaliente. La competencia emocional cobra especial relevancia en aquellos puestos en los que se requiere interacción con los usuarios/clientes; contribuyendo a una mayor calidad del servicio, un progreso de comunicación positiva y relaciones interpersonales efectivas en la organización, conllevando a un clima de grupo positivo y eficaz”
La habilidad para regular emociones, ligada a la inteligencia emocional de forma directa aumenta de forma significativa el desempeño efectivo de la tarea y la toma de decisiones bajo contextos de presión o incertidumbre, como pueden ser contextos de sobrecarga de rol y ambigüedad de rol.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional cobra importancia a la hora de hacer frente a las demandas tanto desafío como obstáculo que se nos presenten en la vida, permitiendo desarrollar con ello la capacidad propia de autoconocimiento, importante a la hora de saber identificar nuestras fortalezas y debilidades, los recursos con los que contamos tanto personales como laborales y a la hora de establecer los límites y metas ante los cuales nos vamos a exponer en nuestro día a día.
Esta inteligencia emocional va a estar ligada a un control de las propias emociones, a cómo solventar aquellas situaciones de estrés o ansiedad ante la inoportuna incapacidad en ciertos momentos de realizar aquello que nos proponemos.
Un control adecuado de las propias emociones parte de la capacidad de identificarlas, para con ello, hacer frente de la forma más adecuada y a la vez más beneficiosa posible a aquellos pensamientos/emociones que se nos presentarán en tan diversidad de situaciones que nos quedan por vivir.
La capacidad de automotivación será otro de los pilares de esta inteligencia emocional. El hecho de seguir adelante ante ciertas situaciones de incertidumbre, el hecho de caer y levantarse y el hecho de seguir nuestro propio camino a pesar de las trabas que nos encontremos serán elementos que constituyan la base de la automotivación.
Esta automotivación será la propulsora de las cualidades que nos permitan sin duda seguir mejorando y progresando en nuestro día a día, constituyendo la base de la perseverancia y el entusiasmo a la hora de realizar y establecer nuestras metas y objetivos tanto a medio, corto o largo plazo.
La automotivación será el origen de una mejora continua.
Por último, destacamos dentro de la inteligencia emocional la capacidad de reconocimiento de las emociones ajenas ligado a la empatía que la persona debe desarrollar a lo largo de su vida personal. Esta empatía o reconocimiento ajeno de las emociones estará ligado al control de las relaciones.
¿Cómo cuidar de esta inteligencia emocional en el día a día?
Sin lugar a dudas, los contextos a que actualmente nos estamos enfrentando nos llevan a enfrentarnos a situaciones cada vez más complicadas de sobrellevar en las cuales podemos llegar a sentir ansiedad, estrés, desconfianza, frustración y demás emociones negativas.
De esta forma, proteger nuestras emociones será un elemento clave a la hora de gestionar y generar recursos para adaptarnos y dar respuesta a estas situaciones, concretamente en lo que respecta al ámbito laboral.
¿Qué son los EPEs?
Definimos EPEs como los «Equipos de Protección Emocional«; los cuales nos permitirán sobrellevar de forma totalmente óptima las situaciones de las cuales hemos estado hablando hasta ahora.
- “Ponernos los zapatos del otro”: Empatiza con tus compañeros, y para ello debemos estar dispuestos a entender las diferencias y aceptarlas. La comunicación activa será un elemento clave para conseguir equipos interdependientes y colaborativos.
- “Evitemos contagios”: Evitemos conversaciones catastróficas y mensajes amenazantes. Las emociones cobran un papel crucial como función de aviso, preparándonos para protegernos; no obstante mal gestionadas pueden dar lugar a consecuencias negativas.
- “Relaciones positivas con los demás”: Mantener una relación positiva con las personas de nuestro entorno nos permitirá hacer agradable este apoyo social del cual necesitaremos a la hora de hacer frente a todo tipo de situaciones. Aun con la distancia interpersonal, creemos otras maneras de comunicarnos y de seguir haciendo sentir este tipo de afectos.
- “Qué y a quién escucho”: Usemos fuentes de información oficiales y científicas dentro y fuera de la organización, para filtrar y captar la información necesaria para interpretar de forma adecuada las situaciones.
- “Caja de herramientas”: Somos nuestro mejor instrumento. Centrándonos en nuestras competencias y recursos tanto personales como laborales, además de técnicas como la comunicación, el optimismo, la proactividad y el liderazgo seremos capaces de hacer frente a todo tipo de contextos.
- ¿Qué veo? ¡Actitud positiva!: No podemos elegir la situación que nos ha tocado vivir, sin embargo sí la actitud con la que afrontarla. Ajustemos expectativas a la realidad.
- Guantes de la acción: Centrémonos en las acciones que dependen de nosotros. Elaboremos un plan de acción, a partir del cual establecer objetivos a corto y medio plazo.
- Protege tu mente: Entrena la mente para generar pensamientos adaptativos, identificar pensamientos automáticos negativos y busquemos otros que nos permitan buscar soluciones.
- Desconecta: Establece diferencia entre tiempo laboral y tiempo personal.
La inteligencia emocional está ligada a la capacidad personal de percibir, valorar y expresar las emociones de forma concisa y precisa; la habilidad de generar sentimientos cuando estos están ligados a los pensamientos de forma positiva; la habilidad de entender las emociones y regular estas para el crecimiento personal e intelectual.
¿Y TÚ, CÓMO CUIDAS TU MENTE?
Autor:
Pablo García – Técnico Superior PRL en MetaContratas.